A las 12:50 a.m., se desplomó el techo de la Discoteca Jet Set, ubicada en la avenida Independencia, Km 6, Urb. El Portal, en Santo Domingo. En ese momento, la fiesta animada por Rubby Pérez llevaba casi una hora. Fue un evento inesperado que causó la muerte de más de 230 personas y dejó más de 200 heridos en un área de apenas 700 metros cuadrados aproximadamente.

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Probablemente ha sido el lugar con más muertes violentas sin indicios de manos criminales identificadas hasta el momento, afectando un grupo heterogéneo de ciudadanos de diferentes profesiones: Medicos, militares, artistas, músicos, policías, diseñadores, empleados de la discoteca, profesionales y ejecutivos del sector bancario, entre otros. La República Dominicana y el mundo quedaron impactados al conocer la noticia y ver las imágenes, quedamos absortos, taciturnos, amilanados, golpeados, adoloridos al máximo, llenos de impotencias por muchas razones. Según algunas informaciones, desde hace cierto tiempo se produjeron señales previas al colapso, como la caída de fragmentos y arenillas del techo donde colgaban las luces. Incluso, tres minutos antes, un asistente señaló que algo cayó desde arriba, y el artista Rubby Pérez miró hacia el techo, justo antes de que ocurriera el desplome.

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Quizás esas pequeñas caídas no fueron solo señales de las estructuras, sino una forma en la que el edificio empezó a mostrar que algo no estaba bien. Es posible que, por el desgaste del tiempo y la constante actividad, la infraestructura comenzara a reflejar el deterioro acumulado. Tal vez esas paredes, más que solo contener el sonido de la música y la multitud, también habían sido testigos silenciosos de muchas situaciones. En ese contexto, no resulta descabellado pensar que hubo señales previas que no fueron atendidas. Como diría Tirso de Molina, "Las paredes oyen"… y nosotros podríamos añadir: "y a veces, también claman". En este caso, quizás intentaron advertir lo que se venía, pero nadie supo escuchar a tiempo.

 

Durante 25 años, quienes frecuentábamos ese lugar lo sentíamos como un espacio de respeto, amistad y cercanía, donde todos eran amigos o conocidos. Sin embargo, sin que ocurriera un desastre natural, un terremoto, un huracán, un tsunami, los días lunes 7 y martes 8 de abril fuimos sacudidos por una tragedia civil de las más devastadoras en la historia del país. Sin saberlo, asistíamos con confianza a lo que terminó siendo una trampa mortal, un hecho que golpeó el alma, el corazón y la conciencia de todos los dominicanos y de muchas personas en el mundo.

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Diferentes tragedias han ocurrido en otras partes del mundo. Por ejemplo, en la discoteca KISS, ubicada en Santa María, estado Río Grande del Sur, Brasil, un incendio el 27 de enero de 2013 dejó más de 240 personas fallecidas y más de 600 lesionados.

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Y, guardando la diferencia en el origen, el tiempo y las circunstancias, está el desastre nuclear de Chernóbil, ocurrido en Ucrania el 26 de abril de 1986, que en el momento del desastre dejo 31 muertes y posteriormente dejo un saldo estimado de entre 4,000 y 90,000 muertes relacionadas a largo plazo, además de miles de afectados por la radiación.

Ahora, el desastre de Jet Set se suma a esas tragedias que han marcado generaciones. Lo más desgarrador fue ver padres enterrando a sus hijos, en contradicción con el principio natural que expresó Heródoto: “En tiempos de paz, los hijos entierran a sus padres; en tiempos de guerra, los padres entierran a sus hijos.    “Heródoto fue un historiador griego del siglo V a.C., conocido como el Padre de la Historia. Escribió la obra Historias, que narra las guerras entre griegos y persas, así como costumbres y relatos de diversos pueblos antiguos.”

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En medio del caos, el teléfono móvil fue una herramienta clave: permitiendo a muchos solicitar auxilio o comunicarse con sus seres queridos. Hoy, el teléfono móvil es un pilar fundamental en la arquitectura de seguridad personal, por lo que debe acompañarnos siempre, incluso en la casa, el trabajo, el negocio o al ejercitarnos.

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La sociedad dominicana y sus instituciones respondieron con profesionalismo, de acuerdo a sus capacidades logísticas. Esta tragedia dejó una profunda herida en la memoria colectiva, pero también una gran lección sobre prevención,  conciencia social y el respeto por la vida.

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Elaborado por:
Mayor General (r) Lic. José A. E. Polanco Gómez, P.N.​​​

Ex-Jefe de la Policía Nacional de República Dominicana

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